lunes, 2 de abril de 2012

LAS ESTRELLAS Y LOS MOLINOS DE DIOS...

… están de actualidad

No sé por qué en estos días me he acordado mucho de un historiador norteamericano que se llamaba Charles A. Beard. Murió en 1948. No fue un historiador conformista y eran muy interesantes sus puntos de vista. Sobre todo sobre historia europea y norteamericana. Hacia el final de su vida se le pidió que resumiese las lecciones que había sacado de sus investigaciones históricas en un libro breve. Contestó que no hacía falta un libro, que las podía resumir en cuatro sentencias metafóricas. Desde que las leí he podido comprobar su pertinencia. Me permitiré aplicar dos de ellas a lo que estamos viviendo.

Crisis y estrellas
¿Crisis?  Sí. Existe una crisis grave y no sólo en lo económico, sino en aspectos más decisivos de la vida. Una de las lecciones que había sacado Charles Beard es aplicable a nuestro caso. Decía “Cuando está muy oscuro, se pueden ver las estrellas”. Normalmente nuestras ciudades están tan iluminadas que apenas podemos verlas.¡Qué difícil resulta hoy encontrar un lugar para los observatorios astronómicos! En realidad las estrellas importan poco: las tenemos muy olvidadas, pero ¡cómo protestamos cuando se nos va la luz eléctrica. Es una pena que hayamos olvidado lo hermoso es un cielo estrellado.
Esta crisis negra que estamos viviendo no es la primera en la historia de la humanidad. Y siempre se ha salido de ellas con bien mirando hacia arriba. hacia el cielo, hacia las estrellas. Hacia los preceptos de la ley natural, de la ética, hacia los valores humanos de olvido de sí, de solidaridad, hacia los diez mandamientos, hacia Dios y su amor por nosotros, Sin olvidar hacia el sentido común. Estrellas olvidadas que la oscuridad puede ayudarnos a reencontrar.
He dicho “puede”, como también lo dice el mismo Beard. Porque hay quien se empeña en no levantar la mirada. Prefiere mirar hacia el suelo, hacia el nidito cómodo en que me instalé a disfrutar de mi egoísmo. Hacia el barro fácil de la subvención e incluso hacia el sucio de la corrupción. Hacia el polvo del trabajo mínimo pero con el sueldo alto. Hacia el pisotón al que me puede hacer sombra. Hacia la protesta airada contra lo que sea, sin pensar en mis propias responsabilidades.
Está claro: en la crisis acabaremos hundidos si nos empeñamos en mirar al suelo. Pero saldremos fortalecidos y mejorados si miramos a las estrellas.

Cuba y los molinos de Dios
Benedicto XVI, siempre valiente, ha ido a México y a Cuba. Una visita pastoral, a confirmar a los cristianos en la fe, a decirles que miren al cielo. Ha dicho, con su estilo claro y preciso, lo que tenía que decir. Ha abogado por la libertad y el cambio en Cuba, sobre todo en la homilía de La Habana en que glosó las palabras de Jesús: “La verdad os hará libres”. Tan solo un par de citas. “La verdad es un anhelo del ser humano y buscarla supone un ejercicio de auténtica libertad. Hay quien interpreta mal esta búsqueda de la verdad, llevándola a la irracionalidad y al fanatismo, encerrándose en su ‘verdad’ e intentando imponerla a los demás”. “Que nadie se vea impedido, por la limitación de sus libertades fundamentales, a sumarse a construir una sociedad de amplios horizontes, renovada y reconciliada”. Y cosas por el estilo. ¿Lo entendieron Raúl y Fidel? ¿Lo entendieron los cubanos? ¡Claro que sí! Ya en el avión Benedicto XVI dejó caer que el marxismo es una ideología caduca.
Entre los disidentes los ha habido decepcionados algunos y agradecidos otros. Entre los comentaristas ‘políticos’ división de opiniones. Y me he acordado de otra de las lecciones de Beard: “Los molinos de Dios muelen lentamente, pero la harina que resulta es fina”. Dios es paciente y con Él su Iglesia: habla, insiste, pide cambios, libertad… Siembra; sabe que algo germinará. Benedicto XVI ha abierto una nueva brecha. A algunos -los que quieren resultados inmediatos de varita mágica- puede haberles defraudado. Les hubiera gustado una visita más “política”, con condenas directas y personales; con encuentros con los disidentes (¿cuáles? ¡Los hay de muy diversas tendencias!); exigencia que probablemente hubiera impedido la visita… Cosa que, por cierto, no hacen los políticos que visitan la muy comunista China; nada dicen sobre el tema,  siempre miran para el otro lado para no ver la falta de libertades o la persecución religiosa. Es que en China hay negocio y dinero; en la Cuba embargada (también lo denunció el Papa) y pobre no.

Sin miedo y sin mirar a los lados, el Papa ha hablado claro y ha hecho todo lo posible con paz y serenidad. Los molinos de Benedicto XVI, sabio y reflexivo, han molido y siguen moliendo despacio. La harina fina llegará.

José María Salaverri sm (1 de abril de 2012)