viernes, 30 de diciembre de 2011

¡LOS MÁS FELICES!

Hace algún tiempo apareció en algunos periódicos la noticia de un curioso estudio de una Universidad de Chicago sobre la felicidad dentro de la propia profesión. Al final el gremio más feliz en su profesión resultó ser el de los sacerdote: ¡93% de felices! Y seguían en felicidad los bomberos.  Supongo que a muchos lectores les asombraría el resultado, acostumbrados como están a recibir solo los aspectos negativos de los curas. A mí me pareció un resultado lógico. Supongo que a los que nos tratan un poco de cerca también. Es cierto: estamos felices en nuestra ‘profesión’ de consagrados al Señor.

A veces me entretengo en leer la sección ‘Correo’ en el XLSemanal, el suplemento dominical de varios periódicos. En el número del fin de año me llamó la atención el título de una de las cartas de los lectores: “Por la bella cara del Amo”. La transcribo

“En un bar cercano al puerto de Málaga, mi amigo Agustín y yo tomábamos un café. En esto entró un hombre, pidió al camarero un vaso de vino, sacó un manojo de billetes y comenzó a contarlos. Sin mediar palabra, me preguntó: “Y tú ¿cuánto ganas?”. Yo le dije cuánto ganaba y, con todo el gracejo, me dijo: “¿Y en qué empresa trabajas tú, desgraciao”. Le podía haber dicho que trabajo en una ‘empresa’ en la que lo importante no es ganar, sino servir. En la que el Amo dice a sus obreros: “El que de vosotros quiera ser el primero que sea el servidor de todos”. Yo trabajo, le podía haber dicho también, por “la bella cara de mi Amo”. Siete de mi promoción cumplimos ahora  50 años de servicio en esta ‘empresa’ con el mismo Amo y, después de tantos años de servicio, no tenemos trienios y somos unos mileuristas más. Le podría haber dicho a las claras que yo y estos compañeros  somos curas, que nuestra empresa es la diócesis de Málaga y que nuestro amo es el Señor y nuestro trabajo consiste en servir. De haber hecho otra opción, hubiéramos ganado más dinero, pero no hubiéramos sido tan felices.”  José Carretero Ruiz

Felicidad que no da el dinero, sino el darse al Señor y a los demás. Felicidad que no queda enturbiada por el sufrimiento ni la persecución. Hace poco ha salido una biografía del beato Jakob (Santiago en España) Gapp, en el estilo de “novela gráfica”, es decir texto e ilustración entremezclados. Excelente. El título es “No callaré”. La historia de un sacerdote marianista austriaco, crítico con el nazismo, perseguido por él, engañado por la Gestapo en Valencia y guillotinado en Berlín en 1943. Uno de los muchos aciertos del autor, Pacosales, está en una escena en que el padre de Jakob, que lleva a su hijo pequeño en la barra de la bicicleta, le pregunta qué le gustaría ser de mayor: ferroviario por ejemplo… El chico le dice: “Hay algo que me gustaría más..”.
Con acierto, Pacosales traslada la respuesta al final del libro. Después una página oscura con la silueta de la guillotina “en la que el condenado a muerte, que permaneció tranquilo y sereno, se dejó colocar sin ofrecer resistencia”... el libro se abre en una doble página luminosa. A la izquierda el padre llevando en la bici al chico que responde: “… en realidad lo que me gustaría es ser sacerdote”. A lo que responde el padre: “Que seas feliz, hijo mío”.   La página de la derecha totalmente en blanco -luminosa- tiene abajo esta simple frase… “ahora soy totalmente feliz” Jacob Gapp 13 de agosto de 1943.
Frase sacada de la última carta escrita por Santiago el mismo día de su ejecución. Una felicidad no prevista por su padre, tampoco por él. Una felicidad no según los cánones del mundo. Pero felicidad verdadera y profunda, predicha por el Señor, la del servicio al bien y a la verdad hasta el extremo. Una felicidad que sólo el Señor puede dar.


José María Salaverri sm, 28 de diciembre de 2011

miércoles, 21 de diciembre de 2011

COMO MARÍA... sobre la Fe (III)

María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2,19)
Palabras para meditar en vuestro corazón, al estilo de María.

Animaos mutuamente a progresar siempre en la fe y así hacer todas las acciones de la vida en espíritu de fe

(Guillermo-José Chaminade, 1840)

miércoles, 14 de diciembre de 2011

COMO MARÍA... sobre la Fe (II)

María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2,19)
Palabras para meditar en vuestro corazón, al estilo de María.

El espíritu de los hijos de María es un espíritu interior… El religioso hace de su alma un templo al Señor. Levanta allí un altar sobre el que le hace el sacrificio de su voluntad; nunca pierde de vista la presencia de Dios y se comunica suave y familiarmente con Él, porque Dios ha establecido en él su morada. Hace de su corazón un santuario a María, una capilla de la que se elevan fervorosas oraciones hacia ella. Invoca también a san José a quien recurre en sus pesares. El espíritu del Instituto es el espíritu de María: esto lo explica todo. Si sois hijos de María, imitad a María. 


(Guillermo-José Chaminade, retiro de 1821 – meditación 18)

viernes, 9 de diciembre de 2011

¡A REZAR! El "ser" y el "obrar"

Desde hace unos años, casi todas mis cartas y mis correos terminan con este aparentemente ‘seco’ ¡A rezar! ¿Qué quieres decirnos con eso? me preguntan a veces. Parece un imperativo o por lo menos un desiderativo. Me confesaré.
Me preocupa mi trabajo apostólico. Desde luego creo que lo hago “por Dios”. A Él ofrezco cada mañana lo que voy a hacer. Pero ese trabajo ¿lo hago suficientemente “con Dios”? Es decir, dejándole a Él la primacía y contentándome con ser ‘instrumento’.  Me gusta trabajar apostólicamente. Pero ¿no me siento a veces demasiado protagonista? ¿No me busco a mí mismo y me encanta quedar bien?

Sí, desde hace unos años me preocupa este problema. Me da miedo que los obreros de la viña del Señor ‘alquilemos’ a Cristo, a María, nuestro trabajo, nuestro “obrar”. Desde luego procuramos hacerlo lo mejor posible; no faltaba más. Pero tal vez inconscientemente no entregamos bastante nuestro “ser”. Tal vez allí esté la explicación del fallo o del poco rendimiento de tantos proyectos apostólicos, por otra parte muy bien planificados y generosos.

Al Señor no le interesa ante todo nuestro obrar, sino nuestro ser profundo, nuestra persona entregada a Él. Quiere siervos al estilo de María. “He aquí la sierva del Señor”.  Ese es el sentido profundo de la respuesta de María: “Te doy todo mi ser; lo demás en tus manos está”. Por eso quien entrega su ser podrá pasar a veces malos ratos en su obrar, tener éxito o fracasar, pero nunca se sentirá desalentado. “¡Tu sabrás, Señor!”. Y sigue adelante, al fin y al cabo siempre contento… “¡Contento, Señor, contento!” era la frase preferida del chileno  san Alberto Hurtado (+ 1952). En todas las ocasiones…, las que fueran.

Quien ‘alquila’ al Señor su obrar corre el peligro de hacer ‘arreglos’, ‘convenios’ con el Señor. Vendrán reivindicaciones, aparentemente legítimas: “¡Tanto tiempo contigo y no me has dado un cabrito para cenar con mis amigos!”  “¿Sólo un denario a nosotros que hemos soportado el peso del día y del bochorno?” Y viene el desánimo, la decepción… y hasta el “darse de baja”. Y nos sorprenden fallos ‘inexplicables’ de quienes “¡trabajaban tan bien!”. Es que el ‘obrar’ se ve; la entrega del ‘ser’, no. Por eso en la formación de un apóstol no se trata de prepararlo para ‘hacer cosas’, sino para entregar su ser al Señor. El resto vendrá por añadidura.

Para que mis acciones apostólicas sean fecundas debo empeñar mi ser, debo dar el protagonismo al Señor. Contentarme con ser ‘instrumento’ que, por ser del Señor y de María, debo perfeccionar continuamente. En una palabra debemos impregnar nuestros trabajos, personal y colectivamente, de presencia de Cristo, de María. Y esa ‘impregnación’ sólo se consigue rezando. Estando con Él. Con Ella.
No hace mucho Benedicto XVI nos lo recordaba: “El mundo de hoy necesita personas que hablen a Dios para poder hablar de Dios”.

“¡A rezar!” es sencillamente un imperativo para mí y una invitación para mis corresponsales. Nada más, pero nada menos.

José María Salaverri sm, 15 de octubre de 2011

sábado, 3 de diciembre de 2011

COMO MARÍA... sobre la Fe (I)

María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón(Lc 2,19)
Palabras para meditar en vuestro corazón, al estilo de María.

¿Quién es para nosotros el modelo de este espíritu? Es la augusta María, que sólo ha vivido para solo Dios, y que llevaba siempre a Dios dentro de sí, en perfecta sumisión a su voluntad. El espíritu del Instituto es el espíritu de María, y esto lo explica todo: si sois Hijos de María (= marianistas), imitad a María.

(Guillermo-José Chaminade)