sábado, 30 de abril de 2011

7. Beato PIER GIORGIO FRASSATI (el hombre de las ocho bienaventuranzas)

Carné de identidad
Nombre: Pier Giorgio  - Pedro Jorge
Nace: en Turín (Italia) el 6  de abril de 1901
Padres: Alfredo y Adelaida
Estudios: ingeniero de minas
Muere: en Turín el 4 de julio de 1925
Beatificado: 1989 por Juan Pablo II
Fiesta: 4 de julio

Su vida
Su padre, agnóstico, es fundador y director del periódico “La Stampa”. Su madre procura que él y su hermana Luciana se eduquen cristianamente. Desde pequeño Pier Giorgio se siente atraído por lo religioso.
Estudia en el colegio de los jesuitas. Luego escoge la carrera de ingeniero de Minas, para estar más cerca de los obreros. A partir 1918, como miembro de las Conferencias de San Vicente de Paúl, varias veces por semana visita y ayuda a familias pobres.
Es extravertido, alegre, bromista, animador de fiestas. Deportista, su pasión es la montaña: alpinismo, escalada en verano y en invierno esquí. De ahí su divisa, también para lo espiritual: “Verso l’alto” (hacia lo alto, hacia lo mejor). Su deseo: formar una día una familia cristiana.
Se afilia al Partido Popular de don Sturzo para contribuir a la elevación social, moral y económica de los obreros, según la doctrina de León XIII. En 1921 vive en Berlín, donde su padre es embajador de Italia. Alemania, en fuerte crisis económica, tiene millones de parados con hambre. Pier Giorgio visita los barrios pobres de la ciudad. Miembro activo de la Federación Universitaria Católica, se opone a la violencia del creciente fascismo y del comunismo. Siempre en primera fila para defender la dignidad humana. No le gusta la ‘revolución’ de Mussolini. “Soy cristiano y nuestra revolución es el amor”.
Junio 1925: prepara su examen final en ingeniería. Muere el 4 de julio de un ataque fulminante de poliomielitis. Miles de personas participan en su funeral. ¡Sólo entonces su familia descubre la santidad del hijo!

Un momento de gracia en su vida
Desde los años del colegio tenía la costumbre de comulgar diariamente.  Un amigo le pregunta:
-       ¿Por qué vas tantos días a visitar a los pobres?
-       Jesús me visita todos los días en la comunión y yo le devuelvo modestamente la visita en los pobres.
Jesús en la Eucaristía es su gran amor y la misa diaria es el momento de tomar fuerzas. Pertenece a la Adoración Nocturna y pasa de vez en cuando parte de la noche en adoración ante el Santísimo Sacramento.

Para meditar: unos pensamientos suyos
  • Un día sale del Politécnico con el rosario en la mano; un amigo le pregunta: “¿Qué, Pier Giorgio, te has vuelto un beato?”. “No, sencillamente me he hecho cristiano.”
  • Muere un amigo en un glaciar que él ha recorrido dos veces. “Lección: cuando se va al monte hay que estar en paz con su conciencia, porque no se sabe si se volverá. Pero esto no me asusta y siento cada vez más el deseo de llegar a las cimas más difíciles; y allí experimentar aquella alegría pura que sólo se tiene en el monte.”
  • A un amigo: “De por ti solo no harás nada, pero si Dios es el centro de cada una de tus acciones, entonces llegarás hasta el fin.”
  • “Vivir sin una fe, sin un patrimonio que defender, sin mantener una lucha continua por la Verdad no es vivir, sino malvivir.”
  • Siempre alegre a pesar de las dificultades que le venían incluso de su familia, decía: “A un católico nunca le puede faltar la alegría. La tristeza debe ser desterrada de los corazones católicos. El dolor no es la tristeza. La tristeza es una enfermedad, la peor de todas.”
  • En su lecho de muerte: “Me voy a la verdadera patria a cantar las alabanzas de Dios.”
Para rezar con él y como él
Señor, a mí también, como Pier Giorgio
me gustaría ir siempre “hacia lo alto”,
hacia lo mejor que has puesto en mí.
Que sepa, como él, descubrir a Cristo en los demás,
sobre todo en los más necesitados.
Que sepa hacer de mi profesión, un servicio.
Que sepa, como él, ir a contracorriente
aunque el ambiente que me rodea no sea fácil;
tampoco lo era en su tiempo.
Que sepa, Señor, como él, encontrar las fuerzas que me faltan
en la comunión de tu cuerpo y de tu sangre.
Que sepa, Señor, encontrar en tu Madre
la estrella que me guíe siempre “hacia lo alto”.
(Oración inspirada en su vida)

¿Y YO?
¿Busco en la Eucaristía las fuerzas necesarias para ser cristiano de verdad? ¿Procuro no limitarme a la eucaristía dominical? (ver posibilidades...)

viernes, 29 de abril de 2011

6. Venerable ANA DE GUIGNÉ (la santidad de la infancia)

Carné de identidad
Nombre: Ana
Nace: Annecy-le-Vieux (Francia), 25 abril 1911
Padres: Jacques (Santiago) y María Antonieta
Muere: 14 enero 1922 en Annecy
Declarada ‘venerable’ en 1990

Su vida
Es la mayor de cuatro; tiene dos hermanas y un hermano. Desde muy pequeña, Ana tiene muy mal genio, es caprichosa, desobediente y  tiene envidia de sus hermanos. Sus padres están muy preocupados. Su abuelo llega a decir: “Compadezco a su madre cuando esta niña tenga 20 años”. En 1914 estalla la guerra entre Francia y Alemania. El papá de Ana, militar, muere en una batalla en julio de 1915. Al ver a su madre llorando, Ana quiere consolarla: “Ana, si quieres consolarme, tienes que ser buena.” Ana, que tiene sólo cuatro años y medio, cambia totalmente: “Quiero que Jesús viva y crezca dentro de mí. ¿Qué tengo que hacer para eso?”. Es una verdadera conversión. Se vuelve más y más amable, se sacrifica por su mamá, por sus hermanos, por cuantos la rodean. Hace la primera comunión cuando apenas tiene seis años y desde entonces su mayor alegría es ir a misa y a comulgar en cuanto puede. Quiere mucho a la Virgen, se preocupa de los pobres… Tiene mil detalles amables con todo el mundo. En Navidades de 1921 enferma de meningitis. Sufre mucho, pero dice: “Mi buen Jesús, yo quiero todo lo que quieras tú”. El 14 de enero de 1922, se siente muy mal. Dice a la religiosa que le velaba: “Hermana ¿puedo irme con los ángeles?” Y su última mirada fue para su madre.

Un momento de gracia en su vida
Una religiosa prepara un grupo a la primera comunión. Ana, la más pequeña, es la que más sabe. El sacerdote no quiere admitirla: “¡Es un bebé!” Ana replica: “¡Ya tengo seis años menos cuarto!” Un padre jesuita le hace un examen especial:
-       ¿Qué sacramentos ha recibido usted?
-       El bautismo y la penitencia.
-       ¿Y cuáles va a recibir?
-       El Eucaristía y la confirmación.
-       ¿Y más tarde?, insiste el sacerdote.
-       Tal vez el matrimonio, responde decidida Ana.
-       ¿Y el orden?
-       ¡Oh, Padre! El orden, eso es para usted.
-       ¿Cuáles son sus defectos dominantes? pregunta el padre.
-       El orgullo y la desobediencia.
No sólo sabe el catecismo, se conoce a sí misma. Hace la Primera Comunión el 26 de marzo de 1917, con una madurez espiritual impropia de sus seis años.

Para meditar: unos pensamientos suyos
  • Da a los pobres sus mejores juguetes: “Si no les diera lo mejor que tengo, no sería un sacrificio.”
  • “Hay muchas alegrías aquí en la tierra, pero se acaban. Lo que dura es haber hecho un sacrificio.”
  • “Mamá, no estés triste. Papá querido es infinitamente feliz. Nos ve, nos quiere… Y además un día iremos a estar con él. ¡Mamá no llores!”
  • “Mamá, cuando hablo con el Niño Jesús no me distraigo nada. Es como hablar con alguien. Me doy cuenta de lo que le digo… El Niño Jesús me habla: me dice que me quiere mucho más de lo que le quiero yo.”
  • “Yo quiero que Jesús viva y crezca en mí. Para eso hay que luchar cada día…Luchar para cambiar el carácter, para hacer con alegría los deberes y las lecciones… Nuestro trabajo es como un regalo que le damos al buen Jesús… Cuando se ama nada cuesta mucho.”
  • “El Niño Jesús, me parece que me ha contestado en mi corazón. Decía que quería ser muy obediente y me ha parecido oír: Sí, tienes que serlo.”

Para rezar como ella y con ella
Niño Jesús, te quiero. Y para darte gusto, voy a obedecer siempre.”
Mi buen Jesús, no me puedes negar esto ya que es para ti…”
Escrito en una estampa de la Virgen Dolorosa: “Dame la gracia de llorar contigo, porque a Jesús no se le quiere bastante.
¡Dios mío, cura a los demás enfermos!
María, buena madre mía, préstame a tu hijo,
aunque sea un segundo, déjalo en mis pobres brazos.
Por favor, deseo a tu hijo. Por favor, dámelo.
¡Cuánto deseo, oh María, recibir a tu hijo!
Dámelo, dámelo.
¡Qué feliz soy, pues ya está conmigo!
 (Canto compuesto por ella para después de comulgar)

¿Y yo?
Dame, Señor, la sencillez de corazón de un niño para comprenderte mejor.

jueves, 28 de abril de 2011

5. Beato CARLOS I DE AUSTRIA (el último emperador)

Carné de identidad
Nombre: Carlos de Habsburgo
Nace: 17 agosto 1887 en Persenbeug (Austria)
Padres: archiduque Otto y María Josefa de Sajonia
Profesión: militar, emperador de Austria, rey de Hungría
Casado: con Zita de Borbón-Parma; 8 hijos
Muere: 1 abril 1922 en Madeira (Portugal)
Beatificado: 2004 por Juan Pablo II
Fiesta: 21 de octubre (fecha de su matrimonio con Zita)

Su vida
Sobrino nieto del emperador Francisco José de Austria. Su madre de gran cultura y muy cristiana le da una excelente educación. Desde niño se muestra muy religioso. Por tradición sigue la carrera militar y dos años de Derecho. En 1909 muere su padre. En 1911 conoce a Zita de Borbón-Parma: se casan muy enamorados. Alegre, entusiasta, con sentido del humor. En 1914, en Sarajevo, Francisco Fernando, heredero del trono es asesinado y se inicia la I Guerra Mundial. A Carlos, ahora heredero, le toca participar en la lucha, revelándose excelente jefe y muy cercano a sus soldados. En 1916, la guerra que se preveía corta se ha convertido en una ‘inútil carnicería’ (Benedicto XV). Los ejércitos de los imperios centrales (Alemania y Austria) y los aliados (Francia, Inglaterra, Italia) están estancados. El Papa hace un llamamiento más, por una paz justa. Al morir ese año el emperador Francisco José, el joven Carlos le sucede como emperador. Con una visión muy clara de la situación, dedicará todos sus esfuerzos a conseguir la paz. Tropieza con el orgullo y la mala voluntad de generales alemanes y de políticos franceses. Su vida privada es austera: quiere participar de las privaciones de su pueblo. La guerra termina el 11 de noviembre de 1918 con la derrota alemana, la desmembración del imperio, y el destierro de Carlos y su familia a la isla portuguesa de Madeira. Despojado de sus bienes, vive pobremente. En la vivienda que le prestan, muy húmeda, contrae una neumonía que acaba con su vida. Sus últimas palabras: “¡Jesús, sí; Jesús ven, Jesús!”.

Un momento de gracia en su vida
31 de mayo de 1916. En el frente italiano recibe la noticia del nacimiento de su hijo Félix. Los soldados, para mostrar su alegría, disparan 21 cañonazos… contra los italianos. Al enterarse se siente muy triste: “¡Para saludar a nuestro hijo, acaban de disparar sobre los de otras madres!”.
Ya emperador intenta todo para lograr una paz equitativa. Decía: “Los que preconizan la guerra son, o gentes sin corazón, o gentes que ignoran lo que es la guerra. Yo la he visto de cerca; he visto junto a mí seres humanos destrozados. En estas condiciones, es imposible permanecer aferrados a los viejos prejuicios. Pero para el desarme internacional, la tarea más urgente consiste en poner fin, ante todo, a los insultos y reproches que no cesan de dirigirse unos a otros. Todos son responsables de la guerra; todos deben sentirse responsables de la paz…” 

Para meditar: unos pensamientos suyos
  • El día de su boda Carlos dice a Zita: “Ahora debemos ayudarnos mutuamente para llegar al cielo”. Y en su lecho de muerte le dice: “Te quiero sin fin”.
  • “En el discurso del Trono que he pronunciado en la apertura del Reichsrat, he manifestado que buscamos una paz que aleje a todos los pueblos del odio y de la sed de venganza protegiendo a las sucesivas generaciones de todo llamamiento a la fuerza armada.” (carta al Papa).
  •  “Dios me ha hecho la gracia de que no hay nada en el mundo que no esté dispuesto a sacrificar por amor a Él y a la Santa Iglesia.” 
  • “Durante toda mi vida he buscado conocer lo más claramente posible la voluntad de Dios y cumplirla lo más perfectamente posible.”

Para rezar con él y como él
Señor, ofrezco mi vida por mis pueblos.
Protege mis hijos, que mueran antes que cometer un pecado mortal.
Te pido por mi esposa: bien sabes cuánto la quiero.
Jesús, qué bueno es poder contar con tu Sacratísimo Corazón,
si no esto no se podría soportar…” (sus últimas peticiones)

Señor,
el emperador Carlos, asumió desde el principio su cargo como un servicio para sus pueblos. Su principal preocupación fue ser fiel a la llamada que Tú haces a todo cristiano a la santidad, incluso en la acción política. Haz, Señor, que sea un ejemplo para todos nosotros, y sobre todo para quienes tienen hoy en Europa la responsabilidad política”. (Juan Pablo II)

¿Y yo?
¿Cómo puedo contribuir a crear ambiente de paz en torno mío? 

miércoles, 27 de abril de 2011

4. Santa TERESA DE LOS ANDES (loca de amor por Jesús)

Carné de identidad
Nombre: Juana Fernández Solar  
("Teresa de Jesús" en el Carmelo)
Nace: Santiago de Chile, 13 julio 1900
Padres: Miguel y Lucía
Muere: Los Andes, 12 abril 1920
Canonizada en 1993 por Juan Pablo II
Fiesta: 13 de julio

Su vida
Es la cuarta de seis hermanos, tres chicos y tres chicas, de una familia muy cristiana. A los 7 años una tía suya le regala una imagen de la Virgen de Lourdes: “desde entonces me hice muy amiga de la Virgen”. En 1907 empieza a estudiar en el Colegio del Sagrado Corazón. En 1910 hace su primera comunión: “A Jesús le pedí ser siempre suya”. Comulga todos los días: “Hablaba con Jesús por dentro. Yo le preguntaba y me decía cosas que iban a pasar y pasaban. Yo creía que eso pasaba a todo el mundo”. En verano vive en el campo, en Chacabuco, en casa de su abuelo. Le gusta jugar al tenis, nadar y sobre todo los caballos. Llega a ser una perfecta amazona. Lee la “Historia de un alma” de santa Teresa del Niño Jesús y decide ser carmelita. Es alegre, servicial, da catequesis a los niños, se preocupa de los pobres. Al acabar el colegio en 1917 escribe a la superiora del Carmelo de Los Andes, un pueblo pequeño a los pies de la cordillera. Quiere entrar allí al cumplir 18 años. A su familia no le gusta: “Siento la oposición de los míos. Me sacan a fiestas para que se me olvide la idea”. Al final les convence. En enero de 1919 visita Los Andes: “Sentí una paz y una felicidad inexplicables. Vi claro que Dios me quiere aquí”. El 7 de mayo ingresa definitivamente. Poco dura: el 2 de abril, Viernes Santo, enferma de tifus y el 12 el Señor se la lleva al Cielo. “Pronto hará milagros”, dice su confesor. Y así fue.

Un momento de gracia en su vida
En 1917, en enero (verano en Chile) está en Chacabuco. “Lo pasamos muy bien. Aquí hay un regimiento que arregla los caminos, cuyo capitán es muy entretenido, dice versos y canta. Salimos a veces a caballo y otras a pie...”  Pero hacía dos años que se había comprometido con otro Capitán. Había escrito en su diario: “Hoy cumplo 15 años. Jesús ha tomado el mando de la barquilla de mi  vida. Conociendo a este Capitán, mi corazón ha caído en el anzuelo del amor. Quiero vivir sólo para Él.” Ese verano de 1917 lee la vida de santa Teresa de Ávila. Será toda de Jesús.

Para meditar: unos pensamientos suyos
  • “Por favor, te ruego que me digas mis defectos, pues yo me tengo compasión y no me los echo en cara lo bastante. Soy muy orgullosa y quiero ser humilde. Ayúdame tú. Y soy rabiosa, me impaciento por todo. Así, cuando veas la menor señal, avísame, te lo ruego.” (a una amiga)
  • “Cristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca.”
  • “Sé que en el Carmen habrá sufrimientos. Pero en la Cruz está Jesús.”
  • “Yo creo que jamás me acostumbraré a vivir lejos de mi familia, mi padre, mi madre, esas personas que quiero… Pero la voz de Dios manda más y yo debo seguir a Jesús hasta el fin del mundo si Él quiere. Él encuentro todo.”
  • “La mirada de mi crucifijo me sostiene. ¡Qué feliz soy! He sido cautivada en las redes del Divino Pescador… Mi pensamiento no se ocupa más que de Él. Jesús mío, he visto que sólo una cosa es necesaria: amarte y servirte con fidelidad; parecerme y asemejarme del todo a ti. En eso consistirá mi ambición.”
  • “Cada día doy más gracias a Dios por mi vocación. ¡Qué feliz me encuentro! Me pregunto muchas veces cómo no nos volvemos locos de amor por nuestro Dios.” 

Para rezar con ella y… a ella
Teresa de los Andes, que de la mano de María
te convertiste en una joven enamorada de Jesucristo,
eres modelo y camino de santidad.
Tú supiste reír, amar, jugar y servir.
Tú fuiste fuerte para asumir el dolor y generosa para amar.
Tú supiste contemplar a Dios en las cosas sencillas de la vida.
Muéstranos el amor del Padre para vivir la amistad con alegría
y con ternura en la familia.
Ayuda a los débiles y a los tristes para que el Espíritu los anime en la esperanza.
Teresa de los Andes, hija predilecta de la Iglesia chilena, religiosa del Carmelo,
amiga de los jóvenes,
servidora de los pobres,
ruega por nosotros cada día. Amén

¿Y yo?
Decía Teresa de los Andes: “Soy feliz y nunca dejaré de serlo porque pertenezco a  Dios”. ¿Lo hago mío? ¿Cómo?

martes, 26 de abril de 2011

3. LOS NIÑOS DE FÁTIMA: beatos Jacinta y Francisco Marto

Carné de identidad
Nacen: en Aljustrel (Portugal)
Francisco: 11 junio 1908; Jacinta: 10 marzo 1911
Padres: Miguel y Olimpia de Jesús.
Mueren: Francisco 4 abril 1919; Jacinta: 20 febrero 1920
Beatificados: 13 mayo 2000
Fiesta: 20 febrero

Su vida
Dos hermanos nacidos en una familia campesina pobre, que sólo tiene un poco de tierra y unas ovejas. Jacinta y Francisco han aprendido en su familia y en su parroquia catecismo y oraciones. Alegres, sencillos y juguetones llevan las ovejas al monte con su prima Lucía dos Santos, un año mayor que Francisco. A éste, reservado y tranquilo, le gusta sentarse y tocar la flauta. Su hermana es expresiva, juguetona, a veces enfadadiza: le gusta cuidar los corderitos. Después de merendar rezan el rosario, pero para acabar antes cada avemaría se reduce a ¡Ave María!
Un día se les aparece un joven “de unos 14 o 15 años, más blanco que la nieve… Nos dijo: ‘No temáis. Soy el ángel de la Paz. Rezad conmigo”. Tres veces apareció y les enseñó oraciones.
El 13 de mayo de 1917 en Cova de Iría se les aparece la Virgen que les pide venir 6 meses seguidos el día 13. Por una indiscreción de Jacinta se supo lo de la aparición y empezó a venir gente. El 13 de agosto los meten tres días en la cárcel. El gobierno persigue a la Iglesia, pero en 1917 esa persecución está mitigada pues la gente está descontenta de la entrada de Portugal en la I Guerra Mundial. El 13 de octubre la Virgen les dice: “Soy la Señora del Rosario” y pide una capilla. Y ante la multitud atónita, aparece un sol radiante girando sobre sí mismo. Fue la confirmación de lo que decían los niños.
Los tres tomaron muy en serio el consolar a Jesús, rezar y hacer penitencia por los pecadores. Una epidemia de bronconeumonía alcanzó a toda la familia. Francisco quedó muy tocado y murió en su casa en 1919. Jacinta contrajo una pleuresía purulenta. Murió en Lisboa en febrero de 1920.

Un momento de gracia en su vida
El 13 de mayo de 1917, en un cielo sin nubes sienten un relámpago. Luego otro. Recogen el rebaño para volver a casa. Al pasar por Cova de Iría, sobre un carrasco, ven a una joven como de 16 a 18 años, vestida de blanco, ceñida con un cordón de oro, y en sus manos un rosario. Lucía le pregunta:
-       ¿De qué país es usted?
-       Mi país es el Cielo.
-       ¿Y que quiere Vd.?
-       Que vengáis aquí el 13 de cada mes hasta octubre. Entonces os diré quien soy y lo que quiero.
-       Vd. viene del Cielo. ¿Yo iré al Cielo?
-       Sí.
-       ¿Y Jacinta?
-       También.
-       ¿Y Francisco?
-       También… Pero antes tiene que rezar muchos rosarios… ¿Queréis ofreceros a Dios, para aceptar todas las penas que Él quiera enviaros en reparación de los muchos pecados con que es ofendido y para alcanzar la conversión de los pecadores?
-       Sí, queremos.

Para meditar: unos pensamientos suyos

  • Francisco (al comulgar el día antes de su muerte): “Hoy soy feliz porque tengo dentro de mi pecho a Jesús escondido. Yo me voy al Cielo y desde allí voy a pedir mucho al Señor y a la Virgen para que os lleve también allí…”
  • Jacinta: “Sufro mucho, pero ofrezco todo por la conversión de los pecadores”.
  • Jacinta: “Si la gente supiese lo que es la eternidad harían todo para cambiar de vida. Los hombres se pierden por no pensar en la muerte de Nuestro Señor, ni hacer penitencia.”

Para rezar con ellos y como ellos
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente y os ofrezco
el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma 
y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo
presente en todos los sagrarios de la tierra,
en reparación de los ultrajes, sacrilegios
e indiferencias con que es ofendido.
Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón
y del Corazón Inmaculado de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.”
(Enseñado por el Ángel)

¡Oh Jesús! Perdonad nuestras faltas,
llevad al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas
de vuestra misericordia.” (Enseñada por la Virgen)

Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.
Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no os aman”.
(Enseñado por el ángel)

¿Y yo?
¿Me duelen los pecados del mundo y no sólo los míos?
¿Procuro ‘reparar’ por mí y por todos?

lunes, 25 de abril de 2011

2. Beato CARLOS DE FOUCAULD (el hermano universal)

Carné de identidad
Nombre: Carlos de Foucauld
Nace: 15 septiembre 1858, Estrasburgo (Francia)
Profesión: militar, explorador, sacerdote, ermitaño
Muere: asesinado en Tamanrasset (Argelia), 1 diciembre 1916
Beatificado el 13 noviembre 2005
Fiesta: 1 de diciembre

Su vida
Muy pronto quedó huérfano. Lo educa su abuelo, militar. Pierde la fe. Se hace militar y le mandan al norte de África. Lleva una vida bastante desordenada. Decide explorar Marruecos, entonces cerrado a los extranjeros. Lo hace disfrazado de judío. Le impresiona la fe de los musulmanes. Durante su estancia en París y a la espera de la publicación de un libro sobre su exploración, vuelve al cristianismo por influencia de su prima y decide darse del todo a Dios.  Vive pobremente en Palestina, y luego como trapense siete años. En 1901, a los 43 años, es ordenado sacerdote y siente la llamada de África. Se instala en Beni Abbés, en el Sahara, como ermitaño, pero abierto a todos. En 1906 decide internarse más en el desierto. Se instala en Tamanrasset, encrucijada de caravanas. Vive en oración, pero al servicio de todos, cristianos, musulmanes, ateos… Se hace amigo de los tuaregs y estudia su lengua. El 1 de diciembre de 1916 unos bandidos asaltan su casa y le matan.

Un momento de gracia en su vida
En París, ayudado por su prima María de Bondy, intenta volver a la fe. Reza: “Dios mío, si existes, haz que yo te conozca”. Ella le presenta al padre Huvelin. Es el 30 de octubre de 1886…
            - Padre, no tengo fe y vengo a pedirle que me instruya.
            - Arrodíllese y  confiésese a Dios: entonces usted creerá.
            - Pero… yo no he venido a eso…
            - Confiésese.
Después de una larga confesión de toda su vida, el padre le dice: “Ahora a comulgar”. La confesión sincera le abrió a la fe. Cambio total: “En cuanto descubrí que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa más que vivir para Él”.

Para meditar, unos pensamientos suyos
  • “Quiero acostumbrar a todos los habitantes, cristianos, musulmanes, judíos, que me consideren como un hermano. Soldados, esclavos, viajeros, pobres… empiezan a llamar a mi casa ‘la fraternidad’ y eso me gusta mucho”.
  • “Mi apostolado tiene que ser el apostolado de la bondad. Viéndome, deben decirse: ‘Ya que este hombre es tan bueno, su religión tiene que ser buena’. Y si me preguntan por qué soy manso y bueno, debo decir: ‘Porque soy el servidor de Alguien que es más bueno que yo’. ¡Si supieran qué bueno es mi maestro Jesús…!”
  • “Cuando uno ama, quiere hablar todo el tiempo con la persona amada, o por lo menos mirarla. Eso es la oración: un intercambio familiar con el muy Amado. Le miras, le dices que le quieres, estamos felices a sus pies, le decimos que con Él queremos vivir y morir.”
  • “Estoy seguro que Dios acogerá en el cielo a todos los que fueron buenos y honestos, aunque no hayan sido católicos. Vd. es protestante, otros son incrédulos y los tuaregs son musulmanes. Estoy convencido que Dios nos recibirá a todos si lo merecemos.”
  • “Yo te adoro profundamente, Dios mío; te adoro con toda mi alma y te amo con todas las fuerzas de mi corazón.”
Para rezar con él y como él
Padre,
me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea, te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo,
con tal que tu voluntad
se cumpla en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma,
te la doy con todo el amor de que soy capaz,
porque te amo, y necesito darme,
ponerme en tus manos, sin medida,
con una infinita confianza
porque Tú eres mi Padre.”

Yo te adoro profundamente, Dios mío;
te adoro con toda mi alma
y te amo con todas las fuerzas de mi corazón.”

¡Señor mío y Dios mío, te lo suplico,
hazme conocer claramente tu Voluntad!
Y después dame la fuerza de cumplirla,
de cumplirla fielmente hasta el fin
con agradecimiento y amor...
         Hno. Carlos

¿Y yo?
¿Tengo el corazón abierto a cuantos se me acercan, sean quienes sean?

domingo, 24 de abril de 2011

1. Beata ISABEL DE LA TRINIDAD (alabanza de gloria)

Carné de identidad
Nombre: Isabel Catez
Nace: en Bourges (Francia), 18 de julio1880
Padres: José  -  María
Estudios: música
Profesión: Carmelita descalza
Muere: en Dijon – 9 noviembre 1906
Beata: Juan Pablo II - 25 noviembre 1984
Fiesta: 8 de noviembre

Su vida
Poco después del nacimiento de Isabel, su padre, militar, es destinado a Dijon. En esta ciudad nace su hermana, Margarita,  tres años menor que ella. Poco después el padre fallece inesperadamente cuando Isabel tiene siete años. Desde los ocho años Isabel estudia en el conservatorio de música. Llega a tocar muy bien el piano y logra varios premios. Poco antes de los 14 años se siente llamada a la vida religiosa. Es una joven simpática y alegre. Dice: “Mientras bailaba como las demás y tocaba piano, mi corazón estaba por entero en el Carmelo que me llamaba”. Con gran dolor de su madre, ingresa como Carmelita el 2 de agosto de 1901, al poco de cumplir los 21 años. Hace su profesión religiosa el 11 de enero de 1903 tomando el nombre de Isabel de la Trinidad. Su ideal es “ser alabanza de gloria de la Trinidad.” Este misterio se convierte en el centro de su vida. Su “Elevación a la Santísima Trinidad” es una joya mística. En marzo de 1906  sufre una grave y dolorosa enfermedad que acaba con su vida el 9 de noviembre.

Un momento de gracia en su vida
“Iba a cumplir catorce años cuando, un día durante la acción de gracias después de comulgar, me sentí impulsada irresistiblemente a elegirle por único Esposo. Sin más dilaciones me uní a Él con el voto de virginidad. Nada nos dijimos. Pero nos entregamos mutuamente con un amor tan intenso que la determinación de consagrarme a Él fue definitiva.”
“Jesús mío, ¡qué ansias de Ti siento! Cuánto me alegra ser pronto tu esposa. Quiero por ti sufrir y por verte, morir.”

Para meditar: unos pensamientos suyos
  • “He hallado mi cielo en la tierra, pues el cielo es Dios y Dios está en mi alma. El día que comprendí esta verdad todo se iluminó en mí. Quisiera revelar este secreto a todas las persona a quienes amo…” 
  • “La vida de una Carmelita es una comunión ininterrumpida con Dios desde la mañana hasta la noche y desde la noche hasta la mañana. Si Él no llenase nuestras celdas y nuestros claustros, qué vacíos estarían. Es a Él a quien vemos en todas las cosas, pues le llevamos dentro de nosotras mismas.”
  • “No nos purificaremos considerando nuestra miseria, sino contemplando a Aquel que es la pureza y la santidad.”
  • “Creo que nada refleja mejor el amor del Corazón de Dios que la Eucaristía. Es la unión, la comunión, es Él en nosotros, nosotros en Él. Y ¿no es esto el cielo en la tierra?
  • La Virgen me parece más imitable que cualquier santo. Su vida es tan sencilla.”
  • “¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mí para establecerme totalmente en Vos, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad…” (Inicio de la Elevación a la Trinidad)
  • “Creo que mi misión en el cielo consistirá en atraer a las almas al recogimiento interior.”
Para rezar con ella y como ella
“¡Oh, Jesús, mi Bienamado, qué dulce es
amarte, pertenecerte, tenerte por único Todo!
Que mi vida sea una oración continua,
un largo acto de amor.
Me gustaría tanto, oh Maestro mío, vivir contigo
en el silencio. Pero lo que deseo sobre todo es hacer tu voluntad.
En el mundo te ofrezco la celda de mi corazón.
Que sea tu pequeña Betania. Ven a descansar allí: ¡te amo tanto!
Quisiera consolarte y me ofrezco a ti como víctima,
contigo y por ti. Sólo te pido una cosa:
ser generosa y fiel, siempre.
Deseo ser santa contigo y por ti. Pero siento mi impotencia:
sé tú mi santidad.
Que todo en mí te pertenezca. Corta, arranca todo                  
lo que no te gusta, para que así sea toda tuya.
Mi Jesús, mi Dios, qué maravilloso es amarte,
ser tuya, tuya entera”.  (23 enero 1900) 

¿Y yo?
¿Procuro aprender a vivir “por dentro”, ser consciente de la presencia de la Trinidad en mi alma?

viernes, 22 de abril de 2011

LOS SANTOS DE NUESTRO TIEMPO (una pequeña introducción)

¿Pero hay santos en nuestro tiempo?
Aunque parezca extraño, hay muchos santos en nuestro tiempo, un tiempo de cambios profundos y rápidos, de formidables progresos técnicos y tremendas catástrofes humanas. Estos años, desde 1900 hasta hoy, pasarán a la historia como un tiempo terrible: dos guerras mundiales, genocidios, guerra fría, terrorismo cruel y desenfrenado. Un tiempo que ha sufrido las mayores persecuciones padecidas por el cristianismo, junto la lenta ‘apostasía’ cristiana de Europa. Pero, en medio de todas esas catástrofes, la frágil barquilla de la Iglesia sigue adelante gracias a sus santos, que ha habido muchos, tal vez más que en otras épocas.

El equilibrio ecológico espiritual del mundo
Cuando las cosas van mal, la maldad y el pecado parecen desbordarse, Dios se busca quien compense. Por eso en las épocas más convulsas o aparentemente más alejadas de Dios, hay más santos que nunca. Sólo algunos terminan siendo visibles, y la Iglesia los declara santos para que nos sirvan de ejemplo y ánimo. Pero de la inmensa mayoría sólo Dios tiene conocimiento: son los santos anónimos, nunca serán canonizados, y ni falta que hace, pero durante su vida han esparcido ayuda, alegría y esperanza a su alrededor. De eso se dan cuenta sólo, y un poco tarde, las personas que los han tratado, y ni siquiera todas.
El Concilio Vaticano II insistió en que todo cristiano tiene que intentar la santidad, cada uno a su estilo, en sus circunstancias, pero procurando amar a Dios y al prójimo de todo corazón. Porque eso son los santos: gente que ha amado, gente que ama. Mucho se habla de ecologismo, de desarrollo sostenible… está muy bien en lo material. Pues los santos son, en el mundo del espíritu, los que mantienen el equilibrio ecológico espiritual del mundo, los que mantienen -en nombre de todos- la relación con Dios.

¿Los 50 “principales”?
Hemos seleccionado cincuenta, que no tienen por qué ser los “50 principales”. Hay hombres y mujeres, religiosos y seglares, niños, jóvenes y mayores… De países diferentes y profesiones diferentes. He escogido algún representante de las diversas persecuciones de nuestro tiempo: México, España, Alemania nazi, imperio soviético, Latinoamérica…
La mayoría de los que vais a conocer están en proceso oficial de canonización. Alguno ya es santo, unos cuantos beatos, algún venerable (con sus virtudes heroicas aprobadas oficialmente). Y bastantes siervos de Dios, es decir ‘principiantes’ cuyo proceso de beatificación está en marcha.

Todos nos interpelan
Pero a pesar de su diversidad todos nos interpelan, todos nos pueden enseñar algo. Y nos dicen que también nosotros podemos ser ‘santos’, sin pretender dictarnos el cómo: que seamos santos según nuestro carácter, nuestra vocación, nuestro estilo y en nuestras circunstancias, en un tiempo donde nos toca ir a contracorriente. Pero los santos nos dicen que no importa, porque  Jesús sigue bien presente en el mundo, está con nosotros, con el Espíritu Santo y la Iglesia. Y, bien mirado, nuestra santidad es Él. Por eso, en todas partes sigue habiendo millones de personas que le quieren y le siguen. Y tú uno de ellos.

martes, 19 de abril de 2011

Una propuesta pascual: 50 SANTOS PARA 50 DÍAS

De Pascua a Pentecostés

Son cincuenta días de alegría, y os proponemos pasarlos cada día con un ‘santo’. Los santos son el fruto más maravilloso de la resurrección de Jesús. Durante varios años la revista "El Reino" me ha publicado un santo contemporáneo cada mes. Ediciones PPC me dice que algún día los publicará en un libro. Pero se nos ha ocurrido ofrecer su compañía en este tiempo.

¿De qué se trata?
Se trata de comprometerse a dedicar cada día de 10 a 15 minutos a leer y meditar sobre uno de esos santos, de los que diariamente iremos colgando en este blog una pequeña reseña (en orden cronológico de su nacimiento para el cielo). Los hay de toda clase: jóvenes y mayores, hombres y mujeres, seglares y religiosos… La idea es ir convenciéndonos que “lo que éstos y éstas hicieron ¿por qué no yo?”. No se trata de imitar a ninguno, sino de despertar el santo dormido que todos llevamos dentro. A nuestro estilo y en nuestras circunstancias. Se trata de intentar la santidad anónima del 1º de noviembre, y no de que nos pongan en una peana (que puede resultar incómodo).

¿Cómo hacerlo?
Como cada día colgaremos un santo, se trata de pequeñas dosis diarias. De cada “santo” se enviará una pequeña biografía, una anécdota, unos pensamientos, una oración…, algo muy breve. Con eso podemos cada día reflexionar y rezar esos minutos. Se empezará el 24 de abril, Pascua de resurrección, para terminar el 12 de junio, Pentecostés. Durante estos días previos  enviaremos algunas explicaciones para ambientar.

lunes, 18 de abril de 2011

¿Y SI KAROL HUBIERA DICHO NO?

En la beatificación de Juan Pablo II


1 de mayo de 2011
Hace seis años, en esa misma plaza de San Pedro, el mundo entero despedía a uno de los hombres más influyentes de nuestro tiempo. Hoy en esa misma plaza lo aclamamos como santo. En los periódicos del mundo habrá de todo. Unos recordarán estadísticas alucinantes de ese Papa excepcional; por ejemplo: 133 países visitados, recorriendo 1.300.000 kilómetros. Otros recordarán su influencia en la caída del imperio soviético. Otros las Jornadas de la Juventud con los auténticos baños de multitudes que se dio. Otros darán la noticia en una columnita en páginas interiores. De todo habrá…

Pero nosotros el 1 de mayo recordaremos que toda esa actividad era fruto de una vida espiritual intensa, de un amor desbordante a Cristo, de una llama interior que deseaba que ese Amor fuera compartido con todos. ¡Qué bien tan inmenso ha hecho a tantas personas su entrega total! Pero esa estadística -que es la que de verdad importa- sólo la conoceremos en el cielo.

Un momento clave en su vida
Hay un episodio en la biografía del joven polaco Karol Woytyla que da mucho que pensar. Lo resumo:
Una tarde, durante un ensayo de teatro, Karol sorprendió a todos al decirles: “Voy a ser sacerdote”. Halina K., protagonista con él en muchas obras, se quedó impresionada; le admiraba tanto y le conocía tan bien, que pensó que Karol lo tenía perfectamente meditado. La misma reacción tuvieron otros compañeros. Pero no faltaron quienes intentaron convencerle de que estaba equivocado. Tadeusz Kudlinski, fundador del grupo teatral, empezó a hablarle de la parábola de los talentos: “A ti Dios te ha dado el talento de un gran actor, y si ahora lo dejas,  estás desaprovechando ese talento que Dios te ha dado. Eso no es justo…¡ni cristiano!”. “La luz no se ha hecho para esconderla debajo del celemín, sino para que alumbre a todos…’ Y ahora tú quieres hacer todo lo contrario”.
Otro amigo le espetó: “¿Crees que vas a servir mejor a Dios metiéndote en un convento? Tu vocación es el teatro. Como actor puedes servir mucho mejor a Dios y a Polonia”. Y lo que Karol creía que iba a ser unos instantes durante los ensayos, se convirtió en el tema y debate de la tarde.
Pero Wojtila lo tenía muy claro: “En la vida de cada persona llega un día en el que se decide y se cumple su destino. Eso me ha pasado. Me siento elegido por Dios y no puedo decir que no. No me puedo negar a esta llamada porque es una llamada divina”.

Si hubiera dicho no…
En el fondo los argumentos de algunos de sus amigos parecían lógicos, incluso evangélicos. Hubiera podio rendirse a ellos con cierta tranquilidad de conciencia. ¿Qué hubiera pasado? Desde luego nadie se hubiera enterado… menos el mismo Cristo que hubiera sentido tristeza como la sintió ante el joven rico. Hubiera habido otro Papa -seguro que un buen Papa- pero ¿nos damos ahora cuenta de lo que la Iglesia y el mundo hubiera perdido? ¿Qué hubiera pasado si una chica albanesa, llamada  Gonxha Agnes Bojaxhiu, hubiera dicho que le bastaba ser buena cristiana casándose y quedándose en su tierra? Nadie hubiera conocido a Teresa de Calcuta. ¿Qué hubiera pasado si Francisco de Javier no hubiera hecho caso a Iñigo de Loyola?
Me diréis que tomo ejemplos extraordinarios. Pero es lo mismo: ¿qué hubiera pasado si yo, haciendo caso a mis miedos y angustia, no hubiera dado el paso en agosto de 1943? También algo se hubiera perdido. Evidentemente no hay comparación posible. Pero algunas personas hubieran quedado sin evangelizar, otras sin ser ayudadas en su fe… Poquitas, desde luego, pero ¿quién hubiera hecho eso poquito que yo he podido hacer? Porque la evangelización del mundo se hace a través de algunos grandes y de muchos pequeños consagrados que entregan su vida casi anónimamente. En cierta ocasión Juan Pablo II nos hizo notar que “es posible cambiar el curso de los acontecimientos: depende de cada uno de nosotros”. 

“No me puedo negar…”
Eso dijo el joven Karol ¡Menos mal! ¿No será por eso, por las mil pequeñas cobardías de los llamados, que a estas alturas después de dos mil años de cristianismo, millones de personas todavía no han oído hablar de Cristo? ¿Será por eso que nuestra pobre Europa cristiana se va alejando de sus raíces? ¡Qué responsabilidad la de cada uno!
Seamos altavoz de Juan Pablo II en su glorificación recordando este llamamiento suyo a los jóvenes:
“Jóvenes que me escucháis, dejadme repetiros lo que ya os dije en Santiago de Compostela: ¡No tengáis miedo a ser santos! Seguid a Jesucristo que es fuente de libertad y de vida. Abríos al Señor para que Él ilumine todos vuestros pasos. Que él sea vuestro tesoro más querido, y si os llamara a una intimidad mayor en la vida sacerdotal o religiosa, no cerréis vuestro corazón. La docilidad a su llamada no mermaría en nada la plenitud de vuestra vida: al contrario, la multiplicaría, la ensancharía hasta abrazar con vuestro amor los confines del mundo.”
Ese llamamiento sirve también para los que el Señor llama a la vida cristiana seglar. Los seglares son también responsables de las vocaciones de consagrados. Recordemos que fue un sastre quien ayudó a Karol a escuchar al Señor y decidirse por el sacerdocio. 
En esta tarea estamos todos implicados.

José María Salaverri sm