jueves, 31 de marzo de 2011

PRESUMIR.... O NO "ESCAQUEARSE" (a propósito de la Cuaresma)

Confieso que desde hace unos pocos años me siento muy incómodo con el Evangelio de la misa del miércoles de ceniza en la que se habla de no presumir como los fariseos. Estoy tentado de escribir a Roma a la Congregación para el Culto Divino que lo cambie o que, por lo menos, se ofrezca una alternativa. Y lo he dicho en mi homilía de este año y espero que nadie se haya escandalizado.

Se nos dice que no hay que presumir de ayuno. Y me pregunto ¿quién de los que estáis leyendo esto anda presumiendo de ayunar? Tenemos dos pobres días -Miércoles de ceniza y Viernes Santo-, y si nos descuidamos hasta se nos olvidan. Y de los viernes de abstinencia… ¿quién presume?
Se nos dice de no rezar en las calles y en las esquinas. No solamente nadie lo hace, sino ¿no nos da vergüenza hacer la señal de la cruz antes de comer en un restaurante?

Se nos dice de no presumir de dar limosna. También aquí veo que, gracias a Dios, somos discretos. Y en general somos bastante generosos con el dinero… ya lo vimos con Haití. Pero ¿con nuestro tiempo?  Bastante menos.

Es posible que este Evangelio tuviera alguna incidencia en los años del (mal llamado) ‘nacionalcatolicismo’. Pero ¿hoy? Por eso propongo un cambio: leer unos versículos, también de San Mateo, pero de un capítulo anterior: Mateo 5, 14-16. Lo recuerdo:
Vosotros sois la luz del mundo. No puede estar oculta una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara para ponerla  debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

Da la impresión que Jesús había previsto la diversidad de los tiempos y de los lugares. Tiempos con la tentación de presumir. Tiempos con la tentación de escaquearse.

Y estamos –eso me parece– en tiempos de flojera, de cobardía, de complejo de inferioridad… No todo el mundo, claro, pero sí una buena parte de los que nos decimos católicos. Nuestra conversión  -es decir nuestro mirar a los ojos de Jesús- tendría que ir por el camino de ser católicos “visibles”. Además de ayunar (y no sólo de comida), de tener más presencia del Señor (que eso es oración), de dar nuestra limosna material... ¡que se vea que existimos! Para que glorifiquemos al Padre, pero que se vea.

Que se nos vea hacer gestos cristianos. La oración al empezar a comer, aún en lugar público. Una señal de la cruz al emprender un viaje… No temer decir, con mucha amabilidad desde luego, pero bien clarito: ‘Gracias, pero hoy es viernes de cuaresma y no como carne’; “Pues sí, yo siempre voy a misa los domingos’; ‘Por favor le pido que no hable mal del Papa porque soy católico y me siento ofendido’, ‘Sí, yo pongo la cruz en la casilla de la Iglesia católica’, ‘Yo he firmado en contra de la ley del aborto’…
No estaría mal que el ayuno de TV, se tradujera en tiempo de leer algo de formación e información católica. Por ejemplo en los semanarios “Paraula”, “Alfa y Omega” o “L’osservatore romano” (en español), que por cierto resultan baratos.
Y también dar la limosna de “mi” tiempo: a personas enfermas o solas, a Cáritas, a una catequesis, unas horas de voluntariado…  ¡Qué sé yo!
Y en mi trabajo -y en todo lugar- la honradez y la amabilidad. Porque el evangelio que he “criticado” tiene una cosa buena que sirve también para hoy. Nos dice que tenemos que estar siempre con buena cara, sonrientes… Paradójicamente eso es señal de cristianismo serio.
Que cada cual añada a estas sugerencias las que se le ocurran dadas las circunstancias familiares y públicas en que se encuentra.

Y además para mí, a ver si me animo a escribir al cardenal Antonio Cañizares, que es el prefecto de la Congregación para el Culto Divino, con esta propuesta. No sé lo que os parecería...

José María Salaverri, sm (20 de febrero de 2010)

sábado, 26 de marzo de 2011

EL CRUCIFIJO Y LA KIPÁ


¡No está!
“Armenia, Bulgaria, Chipre, Grecia, Lituania, Malta, Mónaco, Rumania, Federación Rusa, San Marino, Albania, Austria, Croacia, Hungría, Moldavia. Noruega, Polonia, Serbia, Eslovaquia, Ucrania...”
Repasé varias veces la lista, pero no está. No, no está España… Tampoco Francia, Reino Unido, Alemania, Holanda… En cambio están países del este –Rusia incluida– que han soportado persecuciones religiosas terribles. Están países ortodoxos… Pero la vieja Europa cristiana no está.
¿De qué va? Es la lista de países que han sostenido a Italia en su recurso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para poder mantener el crucifijo en sus escuelas públicas.  Es triste, pero España –quiero decir nuestro gobierno– no está por la labor. De todos modos el 18 de marzo de 2011 el Tribunal Europeo ha dado la razón a Italia.

La sentencia Lautsi
Una finlandesa, nacionalizada italiana, Soile Lautsi, pidió que se retirara el crucifijo de la escuela estatal de Albano, a donde iban sus dos hijos. La dirección se negó. Y paso a paso, con tenacidad digna de mejor causa, esta laicista radical llegó hasta el tribunal de Estrasburgo. En primera instancia el Tribunal condenó al gobierno italiano por tener crucifijos en las aulas y para colmo mandó que pagara a la ex-finlandesa nada menos que 5000 € de indemnización (¡!). Denunciar los crucifijos, además de un acto anticristiano y de menosprecio a la mayoría, iba a resultar un buen negocio.
Esta sentencia absurda indignó a muchos e hizo nacer una reacción, no sólo en Italia, sino en los países ya mencionados, muchos de los cuales, como España, son aconfesionales. Italia recurrió la sentencia y ellos la apoyaron. Por cierto que ningún gobierno se atrevió a apoyar oficialmente la sentencia prohibitoria. Y ahora, en segunda instancia, el Tribunal ha fallado que el crucifijo…

“…es ante todo un símbolo religioso, pero no hay ninguna prueba de que su visión en los muros de un aula escolar pueda tener influencia sobre los alumnos”.

 Como tampoco, que yo sepa, los crucifijos que adornan todas las salidas de la ciudad de Valencia hayan convertido a nadie. Pero son una irrenunciable expresión, religiosa sí, pero también cultural... Seguía diciendo la sentencia:

 “Por lo que se refiere al lugar preponderante de una religión en la historia de un país el hecho de que se le asigne un lugar más amplio que a las demás religiones en los programas escolares no es en sí un acto de adoctrinamiento.”

Se impuso el sentido común. Uno de los jueces en un dictamen particular llega a hablar de “vandalismo cultural que pretende arruinar siglos de tradición europea”. Al estilo de los talibanes que dinamitaron unas estatuas gigantescas de Buda, un bien cultural además de religioso.

El mariscal Mennerheim
Con esta ocasión se me ha ocurrido hacer un poco de novela ficción. Y me he imaginado una italiana que ha tomado la ciudadanía finlandesa. Y resulta que en las clases de su hijo hay un cuadro con una foto del mariscal Mennerheim, con sus mejores galas castrenses. No sé si será así, pero pudiera ser…Enfadada por semejante atropello, la italofinesa denuncia al gobierno del país:

“Es intolerable que una imagen bélica hiera la sensibilidad pacifista de mi hijo y le incita a la belicosidad. Mi hijo tiene derecho a la pazzzzz; no a ser incitado al belicismo”.

Dejo al lector imaginar la solución que le parece daría el Tribunal finlandés. Como no sabrán quién es, les presentaré a Carl Gustav Mennerheim (1867-1951). En 1918 Finlandia consiguió por fin su independencia y Mennerheim fue encargado de poner en pie un ejército para defenderla. Cosa que tuvo que hacer, con éxito, ante las pretensiones soviéticas. En septiembre 1939, la Alemania de Hitler y la URSS de Stalin se reparten Polonia. Empieza la II Guerra Mundial. En noviembre de ese mismo año, la URSS que acaba de invadir y anexionarse los tres países bálticos, pretende invadir la Finlandia neutral. Lo que no se esperaba  Stalin es que el pequeño ejército finlandés tuviera en jaque al poderoso de la URSS. Durante la guerra mundial, Mennerheim tuvo el acierto de mantener a Finlandia libre entre presiones de ambos lados, soviéticas y nazis. Y fue luego presidente del gobierno hasta que murió.
¿Qué harían con una denuncia así los tribunales finlandeses? Supongo que tirarla a la papelera y con razón. Con los héroes nacionales no se juega. Con el crucifijo tampoco, y con mayor razón.

Y de la kipá ¿qué?
Uno de los defensores de la postura italiana era un abogado norteamericano de religión judía. Cuando le tocó acudir al juicio se caló bien su kipá en la cabeza y con ella fue a defender el crucifijo. ¿Tolerancia? Sí, pero sobre todo sentido común y sentido de la historia. Como Oriana Fallaci que se decía ‘atea cristiana’ y defendía todo lo cristiano…  Toda una lección que muchos debieran aprender.
                                                           
José María Salaverri, sm
23 de marzo de 2011

jueves, 17 de marzo de 2011

EL LÁTIGO DEL DOMADOR (reflexionando sobre el tsunami de Japón)

Todos sabemos que Mingote, el dibujante, es un genio. ¡Qué mirada más aguda y certera tiene sobre la realidad de cada día! Coincidiendo con el terremoto de Japón, su página en "El Semanal" es todo un poema sin palabras. Un poema visual. Una enorme máquina, del tipo ‘excavadora’, abre sus terroríficas fauces amenazantes y un hombre pequeño vestido de domador blande un látigo…

¿Estará el hombre empezando a ser dominado por los monstruos que fabrica? ¿Dominamos de verdad la naturaleza con nuestra tecnología? ¿Podemos cambiarla a capricho sin que se rebele? ¿También la naturaleza humana podemos manipularla a nuestro antojo? 
¿No estará el hombre jugando a ser dios? 
(con minúscula ¡claro!)

UNA CURA DE HUMILDAD
Eso ha sido el terremoto de Japón: es para todos. Con los tsunamis anteriores nos consolábamos pensando que habían sido tan graves por tener lugar en lugares tercermundistas y el desastre parecía ‘lógico’. Un consuelo bastante ingenuo. El tsunami de Japón, poniendo contra las cuerdas a la tercera potencia industrial y económica del mundo, nos vuelve a la cruda realidad. ¿No nos habremos olvidado de algunas cosas elementales?

Se nos está olvidando que “Lo que puede fallar, alguna vez falla”. Eso, que se aceptaba humildemente en el pasado, nos parece obsoleto. La palabra clave de hoy es “seguridad”. Hasta la tecnología más perfecta tiene sus limitaciones. Olvidamos que somos seres finitos, no eternos, por lo tanto limitados. Tenemos que aceptar esos límites y, dentro de ellos,  aprender a vivir con dignidad y a seguir progresando con prudencia, pero sin miedos. Hoy nos creemos con ‘derecho’ a una seguridad absoluta y hasta los fallos naturales nos parecen una injusticia. Y somos capaces de amenazar a un médico porque no ha podido curar lo incurable. Absurdo. La obsesión por la seguridad absoluta no nos hace más felices. Al contrario.

Los antiguos decían que “a la naturaleza se la domina obedeciéndola”. Pero eso, que es de sentido común, nos parece una antigualla. La manipulamos a nuestro antojo y comodidad, muchas veces forzándola, y es normal que llegue un momento en que reviente. Y si es grave lo que a veces hacemos con la naturaleza inerte, más grave aún es lo que estamos haciendo la propia naturaleza humana. Se nace hombre o mujer -¡qué bobada!- eso era antes, ahora soy lo que me da la gana. Absurdo.

Hemos olvidado una tercera cosa, antes obvia. Lo que decía el poeta: “Este mundo es el camino / para el otro, que es morada / sin pesar. / Mas cumple tener buen tino / para andar esta jornada / sin errar”. “¡Horror!”, exclama el políticamente correcto, "este Jorge Manrique es un hijo de los siglos oscuros, medieval, un facha”. Nuestro mundo quiere olvidar, a  pesar de la evidencia diaria, que somos peregrinos, que estamos de paso. Y como no se cree en un mundo futuro, se dice: ‘Aprovechemos ahora de todo lo que podamos y ¡el que venga detrás que arree!’. ¿No hay algo de esto en los desastres que hacemos: vendiendo armas, esquilmando la tierra, ensuciando la atmósfera, negando la vida en su inicio y en su fin…? El bueno de Jorge Manrique, que tenía sentido común y fe, sigue teniendo razón: “Este mundo bueno fue / si bien usamos de él / como debemos”.

LECCIONES PARA NO OLVIDAR
Son tres lecciones que no debemos olvidar. Se nos ha dado el mundo para hacerlo vivible para todos. Es de sabios saber  que puede hacer fallos, prevenirlos en lo posible y, si llegan,  aceptarlos, no con resignación sino con dignidad y esfuerzo. Como parece estar haciéndolo el pueblo japonés.

No se trata de renegar de la tecnología, ni de los progresos de todo tipo. Reflexionado sobre los pros y los contras de la energía nuclear (peligros muy vistosos) y de la electrónica (peligros menos vistosos, pero reales), decía Julián Marías: “En ambos casos, aparece evidente que lo necesario es la posesión adecuada por el hombre de esas espléndidas técnicas creadas por él, mediante el uso a fondo de la razón.”

La razón ¿no será ese el látigo adecuado del domador para dominar y ordenar nuestros adelantos? La razón, el sentido común, la búsqueda de la verdad. No sirven para eso ni la demagogia, ni el utilitarismo, ni el relativismo, ni lo políticamente correcto de moda.

¿Y no ayudaría mucho la fe? Benedicto XVI, el armonizador de fe y razón, decía recientemente a la Universidad de Santo Tomás de Manila en su 400 aniversario: “Que busquéis el conocimiento de lo divino y de lo humano siempre a la luz de la claridad máxima que encontramos en la persona de Jesucristo.”

José María Salaverri
15 de marzo de 2011

domingo, 13 de marzo de 2011

HOMILÍA DE LA EUCARISTÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS POR LA DECLARACIÓN DE FAUSTINO COMO VENERABLE

Queridos amigos todos:
Lo primero que se me ocurre al empezar es recordar que hace 48 años me despedí de Faustino y todavía tengo grabada su última sonrisa.
Quiero ante todo daros las gracias por haber venido a esta celebración de acción de gracias de toda la Familia Marianista con motivo de la Declaración de Faustino como Venerable.

DAR LAS GRACIAS
¿De qué vamos a dar las gracias? Me gustaría precisar bien de qué queremos dar gracias a Dios. ¿De que el Colegio del Pilar tenga un antigua alumno próximo santo oficial? ¿De que la Familia Marianista pueda estar orgullosa de un miembro suyo maravilloso? ¿De que la diócesis de Valencia podrá tener el santo más joven de su historia? Comprendo que es legítimo estar santamente orgullosos de este pequeño miembro de nuestra familia diocesana y marianista… Pero me parece que lo esencial no está ahí: lo esencial es dar gracias a Dios por las maravillas que Él, como Padre, como Cristo y como Espíritu Santo, ha hecho en la vida y en el alma del pequeño Faustino. Porque debemos recordar que la santidad la hace Dios. ¿Qué hizo entonces Faustino para merecer esta distinción de la Iglesia universal? Una cosa aparentemente sencilla: abrir de par en par su persona entera a esa acción de Dios. Decir SI a todo lo bueno que el Señor le propuso. Su lema fue decir sí a todo lo bueno… En todos los momentos clave de su vida dejó entrar al Señor: cuando le sugirió la idea de rezar el rosario cada día, cuando le pidió ser marianista, cuando llegó la enfermedad, cuando le llamó a su encuentro… Faustino ha sido siempre un sí… con la sonrisa en los labios.

VIRTUDES HEROICAS
Unas palabras que nos cuesta entender. ¿Qué cosas tan heroicas hizo Faustino en su vida? Estamos acostumbrados a los héroes de acciones heroicas: el que entra en una casa en llamas para sacar a un niño, el que se echa al agua para salvar a alguien que se ahoga, el que se pone desarmado delante de un tanque para parar  una tropelía… y en lo cristiano, el mártir que por no renegar de su fe se deja matar. Todo eso son acciones heroicas…
La virtud se refiere, no a un acto, sino a actos repetidos, habituales. En la monotonía de cada día. No siempre es fácil mantenerse fiel día tras día a compromisos del bautismo por ejemplo. Y además hacerlo con alegría… Eso es difícil -bueno, con la ayuda de Dios todos podemos-, y eso difícil de cada día nadie lo ve. Faustino fue fiel rezando su rosario cada día, fue siempre servicial con todos, supo no quejarse durante su enfermedad pensando más en los demás que en sí, supo no criticar a los demás, supo sonreír incluso cuando sufría. Nunca olvidaré la última sonrisa de Faustino cuando me despedí de él el 3 de marzo… ¡Y vaya si lo estaba pasando mal!
Es curioso cuando alguien es continuamente antipático…. Todos nos damos cuenta. Cuando es bueno, nadie. Por eso los santos –que hay muchos más que los oficiales- pasan desapercibidos.

¿QUÉ NOS DICE FAUSTINO HOY?
Nos recuerda que todos podemos y debemos ser santos. Lo recordó el Concilio Vaticano II, pues lo tenemos muy olvidado. Nos recuerda que no es una meta imposible. Que podemos serlo en nuestra vida ordinaria, cada cual a su estilo. Que un chico de 16 años puede llegar a santo en sus circunstancias tanto como san Francisco Javier en las suyas.
Ya he dicho que a los santos los hace Dios… si se dejan. ¿Nos dejamos? Para ello hace falta abrir la puerta de nuestro corazón, ser conscientes de la suerte que tenemos al ser cristianos. Faustino fue muy consciente de eso. Como María en la Anunciación, dijo SÍ a todo lo que Dios le pidió. Y en él se cumplió lo que dice san Pedro en la primera lectura: Jesucristo…
“sin haberlo visto lo amáis
y, sin contemplarlo todavía creéis en él
y así os alegráis con un gozo inefable y radiante,
alcanzando así la meta de vuestra fe:
la salvación de vuestras almas”.          .
Esto se cumplió en la vida de Faustino: sin verlos, Jesús y la Virgen fueron una presencia constante en su vida. Hablaba con ellos como si los tuviera delante. Y esa amistad le dio fuerzas para aceptar la enfermedad y el sufrimiento dando la cara, luchando hasta el final por la vida, pero al mismo tiempo sabiendo que el sufrimiento no es algo puramente negativo cuando se lo asocia al sufrimiento de Cristo en la cruz. “Virgen María” -escribe en su diario- “hazme comprender el valor del sufrimiento.” Lo comprendió y eso dio una dimensión de salvación a su vida sencilla de joven cristiano normal.

FAUSTINO CONTAGIA
Lo más maravilloso de todo es el poder de atracción que tienen los santos (incluso los santos no canonizados, los del 1 de noviembre)… Contagian. Lo he comprobado desde que escribí su biografía. Quien le conoce tiene ganas de ser mejor. En este sentido estoy convencido que Faustino está siendo desde el cielo el misionero que no pudo ser en la tierra. “Leído ‘Tal vez me hable Dios’… es una joya de libro. Hay libros muy interesantes, otros entretenidos, otros de gran valor histórico o cultural, otros de exquisita redacción, pero de poco libros se puede decir que cuando uno los lee, no puede menos que intentar ser mejor persona. Este libro es uno de esos.”
Que conste que esa es mi gran alegría. Sé que hace falta un milagro físico para proclamarlo Beato… Sé que cuando el Señor quiera llegará. Pero mi gran alegría es que Faustino, como decía su admirado padre Chaminade, “está multiplicando cristianos”. Estoy convencido que ese es el mejor milagro. Como decía un ‘santo’ de los que nunca serán beatificado, porque por las circunstancias nunca pudo bautizarse, Enrique Bergson:
“¿Por qué los santos tienen imitadores, y por qué los grandes hombres buenos han llevado tras ellos multitudes? Nada piden, pero obtienen. No necesitan exhortar, les basta existir, su existencia misma es un llamamiento.”
Pero hace falta que alguien ponga en circulación su existencia. Los dé a conocer. Por eso Faustino necesita manos que lo lleven a otros. De lo demás, ya se encargará el Espíritu Santo y él. Esas manos pueden ser las nuestras. Os invito a sembrar vidas de santos, primero en vuestro corazón y luego alrededor vuestro. Es una manera formidable de evangelizar.


José María Salaverri, sm 
3 de marzo de 2011

miércoles, 2 de marzo de 2011

COMO A BUEN CAPITÁN

Una frase clásica de Bergson que me impresionó siendo joven religioso

¿Por qué los santos tienen imitadores, y por qué los grandes hombres buenos han llevado tras ellos multitudes? Nada piden, pero obtienen. No necesitan exhortar, les basta existir; su existencia misma es un llamado.”

¿A qué cuento traigo esta frase? Sencillamente porque sigo rompiendo papeles y me apareció una ficha en la que hace tal vez más de cincuenta años, copié esta frase de santa Teresa que me gusta citar mucho:

Si el que comienza, se esfuerza con el favor de Dios a llegar a la cumbre de la perfección, creo jamás va solo al cielo, siempre lleva mucha gente tras sí; como a buen capitán, le da Dios quien vaya en su compañía.”

Esta segunda frase me compensa de la primera. Como uno no es santo, ni grande hombre bueno, me consuelo pensando que, como dice santa Teresa, también los principiantes y la gente de buena voluntad que intenta ir hacia la cumbre, aunque no llegue, aunque le cueste, aunque no sea perfecta, puede llevar tras sí a otros. Desde luego ‘con el favor de Dios’, con su ayuda… si no, es imposible ni siquiera ‘esforzarse’. Santa Teresa valoraba muchos los “deseos”; y el Señor también. Por eso ese principiante lleva a otros tras sí, o consigo: ¡‘le da Dios quien vaya en su compañía’!